Villarcayo
Tipo de ruta
  • De senderos De senderos
  • Dificultad Medio Medio
  • Recorrido CIRCULAR CIRCULAR
  • Distancia Distancia 14.28 km
  • Tiempo estimado Medio día 4 h
  • Señalizada Si Si
  • Desnivel de subida Desnivel de subida 673.00 m
  • Desnivel de bajada Desnivel de bajada 673.00 m
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La senda comienza desde el mismo Portillo de Busto, donde tenemos un aparcamiento habilitado.
Tomaremos rumbo este, dejando las vistas del mirador del Portillo como premio para el final de la ruta. Nada más comenzar, comprobamos que existe la opción de enlazar este punto directamente con La Aldea y con Zangandez. Esta variante nos puede servir para acortar la ruta o incluso para realizar diferentes recorridos en distintos días.
Hoy venimos a caminar, y realizaremos la circular completa, por lo que nos dirigiremos, rumbo este, hacia La Herradura. Pasaremos junto a una torre de alta tensión y, en seguida, cruzaremos el cierre ganadero para caminar, junto a la cumbrera con unas excelentes vistas de la zona central de los Montes Obarenes, con el pico Humión presidiendo la escena.
Esta zona, fácil de caminar, nos acompañará cerca de un kilómetro, hasta llegar a un recogido paso entre rocas, que nos cambia de vertiente y nos devuelve las vistas de La Bureba. Ahora tenemos la cumbre a nuestra izquierda, y dejaremos la cota más alta de este tramo (Cueto) por encima de nuestras cabezas.
Andaremos otro kilómetro y medio por esta frontera entre el encinar que marca las laderas sur y la roca de las cumbres. Enfrente nuestro queda El Valle de Cascajares de Bureba, que iremos divisando con más claridad conforme nos acercamos. Este valle encajado en el alto, lo rompe el arroyo que forma el Paso de La Herradura, al que bajaremos por una cuesta algo empinada.
Desde aquí nos queda cerca el monte de Miraveche y el PRC-BU 224, para acceder a él tendríamos que continuar rumbo este, hacia el monte Pollos y continuar hacia el Galdampio.
La llegada al Paso de la Herradura marca un cambio radical en cuanto a paisaje y vegetación. Este es un rincón cerrado, sombrío y húmedo, relicto. Aquí siempre hay agua, aunque la altura a la que esta comienza a fluir depende de la época del año.
Lo que toca ahora es descender por este resquicio en la pared rocosa. No es una bajada cómoda; la pronunciada pendiente y las muchas rocas desprendidas hacen que tengamos que concentrarnos al máximo para no dar un resbalón inoportuno que dé con nuestros huesos en el duro suelo. Es la parte complicada de la ruta de hoy, pero es muy corta.
La guinda la pone una zona de paredes por la que vamos a tener que reptar. Para disminuir la dificultad y el riesgo, hemos habilitado una serie de grapas en la roca a modo de escalones. No es complicado ni bajar ni subir, pero siempre poniendo en ello los cinco sentidos, evitando así sustos innecesarios.
Estamos ya casi abajo, pero antes nos encontramos, entre las hayas, con la Fuente de la Aceña, o del Molino. Cuando en la parte alta el agua escasea, esta fuente continúa manando con fuerza a lo largo del verano, convirtiéndose en la principal aportación del Río Molinar, que desemboca en el Ebro a la altura de Frías.
Pasamos el vallado y la senda nos saca del bosque por la orilla del arroyo, pegando a las fincas, para continuar por unas pistas de parcelaria que nos llevan plácidamente hasta La Molina del Portillo de Busto.
Cruzaremos el pueblo para salir, por el cementerio, rumbo oeste. Pasamos otra valla y nos metemos en una senda arbolada y fresca, tanto que es muy del gusto del ganado, por lo que puede que tenga algo de barro que, a veces, habrá que ir evitando como buenamente podamos.
Caminaremos por estas laderas entre bosques de quejigo y encina, ascendiendo paulatinamente y sin gran esfuerzo hasta alcanzar una amplia zona de pastizal abierta en pleno corazón del bosque: La Laguna. Aquí hubo en su día una gran laguna natural que fue desecada, y de la que apenas queda un vestigio en forma de charco grande. En la mitad del pastizal se encuentra el límite con los terrenos de Zangandez, demarcado por otra alambrada, que cruzaremos por el correspondiente paso.
Pasaremos los pastos por su límite sur, pegando al arbolado, aunque enseguida comenzaremos a cruzar el bosque, esta vez hacia abajo, en busca del pueblo de Zangandez. Si es verano podemos darnos un remojón en el río, que a estas alturas ya tiene cierta entidad y la belleza del lugar merece al menos planteárselo.
El camino nos conduce a la carretera, en el centro del pueblo. En este punto tenemos la primera opción de acortar el camino. Si por cualquier motivo nos viene bien, podemos subir hasta el Portillo de Busto directamente por Peñapajarillos. Nosotros volvemos a tomar rumbo oeste, por el Camino de la Cruz, que discurre paralelo a la carretera que nos conduce a La Aldea del Portillo de Busto.
Antes de llegar a La Aldea nos encontramos con la segunda opción de recortar y subir al Portillo, pero hemos venido a hacer la ruta completa y nos queda una zona demasiado bonita como para dejarla sin visitar.
Atravesamos La Aldea, girando a la izquierda en la fuente, y esta vez sí que cruzamos la carretera para tomar una senda junto al arroyo que nos obliga a volver a cruzar (precaución siempre) la carretera que baja del Portillo.
Comenzamos aquí la última subida. Pasando junto a un depósito de aguas nos dirigiremos hacia un bosquete a la derecha por el cual llegaremos a un pequeño arroyo que habrá que cruzar con cuidado para atravesar lo que antaño fue una finca y continuar la ascensión dejando a la izquierda otra finca de nogales. Pasada esta, la subida continúa hasta enlazar con una pista más abierta, por la cual, tras cruzar un pastor eléctrico, el bosque comenzará a cerrarse y darnos sombra, para, zigzagueando y en unos 700 metros, llegar a la Fuente de la Presa.
Este pilón será la última oportunidad de llenar la cantimplora en lo que queda de trayecto, por lo que conviene no despistarse. Con una buena reserva de agua, continuamos la subida llegando a un claro en las puertas del Hayalejo, nombre del hayedo que hemos alcanzado.
Aquí se cierra la ruta circular y emprenderemos el regreso al Portillo de Busto. Sin embargo, este punto nos da la ocasión de aproximarnos, por un camino que sale hacia el oeste y figura como una variante de la senda, tanto a los altos de Petralata y Custodio, como al PRC-BU 218, Sendero del Pan Perdido. Cabe destacar que las ascensiones a los picos mencionados no son parte de la senda y su acceso es complicado e incluso peligroso.
Como hemos dicho, tomamos ahora rumbo este, de vuelta al vehículo. Dejando el hayedo a la derecha, nos dirigimos por la senda marcada a un collado que queda a la vista enfrente nuestro. Pasaremos por alguna zona arbolada, pero mayoritariamente arbustiva.
Una vez en el collado ya divisamos el Portillo. Hay una multitud de trochas de ganado que faldean en la misma dirección, aunque escogemos la marcada, que va a una altura adecuada y más directa. De camino dejamos a la derecha las cumbres del Carrascal y Peñacoba, prominentes atalayas desde la Bureba. Pasaremos de nuevo un pastor eléctrico; tanto en este como en el anterior, si optamos por abrirlo es fundamental volver a dejarlo cerrado como estaba. De lo contrario el ganado podría pasar a la carretera con el consiguiente riesgo de accidentes.
Por fin llegamos al mirador, para regalarnos con sus panorámicas ahora que terminamos y nos merecemos un descanso. Tras disfrutar de las vistas podemos regresar reflexionando sobre todo los que nos llevamos con nosotros de vuelta a casa..

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